Las tensiones diplomáticas entre dos aliados históricos han empezado a impactar el turismo y la economía
Durante décadas, la relación entre Canadá y Estados Unidos ha sido sinónimo de estabilidad, intercambio comercial y fluidez en los viajes transfronterizos. Pero desde el regreso de Donald Trump a la presidencia, esa armonía se ha fracturado.
Una ola de canadienses ha comenzado a cancelar sus viajes al vecino del sur como muestra de rechazo a las recientes medidas y declaraciones del mandatario estadounidense, generando un efecto dominó con consecuencias económicas significativas.
Aranceles, amenazas y detenciones: el origen de la molestia
La tensión se intensificó cuando Trump calificó a Canadá como “el estado 51”, seguido de la imposición de aranceles a productos canadienses y la detención de una ciudadana canadiense por parte del ICE en EE.UU., bajo tratos que fueron catalogados como «inhumanos». Todo esto ha provocado indignación generalizada entre los ciudadanos del país norteño.
La respuesta no se hizo esperar. En febrero de 2025, los viajes en auto desde Canadá hacia Estados Unidos cayeron un 23% y los viajes en avión disminuyeron un 13% en comparación con el mismo mes del año anterior.
Boicot activo: no más viajes, ni compras, ni inversiones
Canadienses como la periodista Kate Dingwall y el comediante Keith Serry optaron por cancelar sus viajes y presentaciones en EE.UU., argumentando inseguridad e incomodidad con el clima político actual. En redes sociales, la etiqueta #BuyCanadian se ha viralizado, alentando a sustituir productos estadounidenses por alternativas nacionales.
La decisión también ha sido impulsada por el primer ministro Mark Carney, quien sentenció: «Nuestra relación histórica con EE.UU. se acabó».
Un golpe al turismo y la economía estadounidense
Según la U.S. Travel Association, una reducción del 10% en los visitantes canadienses podría costarle a EE.UU. más de US$2.000 millones anuales y la pérdida de 14.000 empleos.
El impacto ya se refleja en el sector aéreo. Aerolíneas como WestJet y Flair han reducido sus vuelos entre ambos países, mientras hoteles en destinos alternativos como México, el Caribe y las Islas Bermudas reportan un alza de reservas por parte de turistas canadienses.
El efecto «snowbird»: jubilados en fuga
Más de un millón de canadienses, conocidos como snowbirds, acostumbran a pasar el invierno en Florida o Arizona. Pero este año, muchos están cambiando sus planes. Una nueva norma exige que se registren al cumplir 30 días en EE.UU., bajo pena de multa o enjuiciamiento.
«No hay posibilidad de que los canadienses sigamos acudiendo en masa a EE.UU. para pasar el invierno», escribió un usuario en un grupo de Facebook. La alternativa: destinos más amigables.
Una cuestión de principios
El boicot no solo es una reacción económica o política. También responde a un rechazo moral. «Cuando nuestros valores se sienten desfasados respecto a lo que ocurre al otro lado de la frontera, se hace difícil justificar nuestra participación allí», declaró el ciudadano canadiense Amar Charles Marouf.
Incluso otros países como Francia, Dinamarca y Reino Unido han emitido advertencias para sus ciudadanos sobre viajar a Estados Unidos.
Conclusión
La relación entre Canadá y EE.UU. atraviesa uno de sus momentos más delicados. Y aunque el boicot puede parecer simbólico, sus efectos en el turismo, el comercio y las inversiones ya comienzan a sentirse. El descontento canadiense ha tomado forma concreta: menos viajes, menos consumo, menos confianza.
❓ ¿Crees que este boicot podrá cambiar la postura del gobierno de EE.UU. hacia Canadá? ¡Cuéntanos tu opinión en los comentarios!
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